Fue una mujer brillante, preparada y pionera en su tiempo. Las posibilidades económicas de su familia le permitieron recibir una educación que supo aprovechar y cultivar hasta convertirse en novelista, poetisa, periodista, traductora, crítica literaria, editora, catedrática universitaria, conferenciante… y ser la introductora del naturalismo francés en España. Pero casi nada de eso le sirvió en vida ni le reportó el reconocimiento que merecía, sino más bien lo contrario: críticas, insultos machistas y discriminación hasta por sus propios compañeros escritores, que le negaron hasta tres veces el ingreso en la Real Academia Española (RAE) a pesar de sus méritos.
Pero tal vez por su inteligencia, Emilia vivió siempre según sus convicciones, y por eso antepuso la literatura en su vida, defendió la instrucción y los derechos de las mujeres en sus publicaciones pero también en la vida pública.
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